lunes, 4 de junio de 2012

El santo remedio

Hoy el país anda convulsionado, algo que es nuestra realidad inmediata y que no se puede negar por más que Nadine Heredia, en su ya afamada cuenta de twitter, quiera hacernos creer que acá no pasa nada y diga: "La esencia no ha cambiado, la transformación es gradual y persistente. El diálogo, el mejor y más seguro camino, con voluntad de ambas partes”. Han renunciado dos más a la bancada de Gana Perú y la pregunta que asoma, inevitable, es cómo, señora primera dama, se puede dialogar si la filosofía que se anda practicando estos días es la del garrote. Dijeron, Valdés dijo, que quería dialogar en Espinar y apenas tuvo al alcalde a su disposición lo metió preso. ¿O es que es una nueva forma de diálogo? Quizás Valdés piensa hacer una salita en la prisión de Mollohuanca y servir unos cafecitos y luego encender unos cigarritos y tal vez unas cervecitas a pesar de que ayer hayamos perdido contra Colombia en un inmerecido uno a cero (pero así son las cosas en el fútbol, alcalde Mollohuanca, y una sonrisa bonachona y hasta con ronquera, jaja, ¡firmes!). Pagaría por ver, se los aseguro. No obstante, por mucha imaginación y buena gana que tengamos, ese contexto es impensable y lo único que ha sucedido es que se ha metido preso al representante del pueblo de Espinar con quien se debía haber empezado el diálogo. Y claro, también se quiere diálogo en Cajamarca, pero cómo se puede querer tener diálogo con un pueblo que se siente traicionado. En el último mitin que tuvo Ollanta Humala en Cajamarca, antes de ser electo presidente, preguntó qué era más importante, si el agua o el oro. Claramente respondió: “El agua”. Prometió, fervientemente, que protegería el agua y no permitiría la explotación de la minera. Ahora, muchos meses después, vemos a un Ollanta Humala que defiende, a diestra y siniestra, a Yanacocha y pone el oro por sobre el agua. Si la filosofía del gobierno siempre fue esta entonces sí podemos darle la razón a la señora Nadine: la esencia no ha cambiado, hasta el día de hoy el gobierno nacionalista no dista mucho del gobierno aprista (ese gobierno tan corrupto y nefasto).



En las últimas declaraciones que ha dado Humala, blindando a Valdés con su apoyo, ha quedado claro que la filosofía del garrote tiene para rato. Y es comprensible que sea así: esta filosofía no sale cara porque, en fin, muertos más, muertos menos, las lágrimas no cuestan y en nombre de la ley y el orden hay que meter bala a esos chunchos ignorantes que no entienden que a la minería hay que ponerla en un altar porque sin ella nos vamos al carajo. Qué importa que se destruyan recursos naturales o que el agua llegue contaminada hasta las casas y las tierras donde se practica la agricultura y la ganadería, qué importa; Cajamarca debe inmolarse en pro de un desarrollo frívolo del país mientras en los alrededores la gente se sigue muriendo de hambre. Dejémosle que sigan haciendo sus marchas, sus paros, total un día se cansarán y bajarán la cabeza y no les quedará más que aceptar con son los últimos de la fila, los olvidados por excelencia. Sigamos diciendo, como Nadine, que el país está cambiando de forma gradual y persistente y lo que se busca es el diálogo. Sigamos diciéndonoslo, quizás de tanto repetirlo en algún momento se haga realidad (y de pasadita también digámonos que Perú irá esta vez al mundial porque si se cumple lo uno por qué no lo otro). Mientras decretemos estados de emergencia, saquemos policías a las calles, digámosles que repriman toda asociación que asome (al más fiel estilo fujimorista). Y nunca, pero nunca, olvidemos el santo remedio: repetir hasta el cansancio que la cosas van bien porque parece que funciona, claro que sí. Nadine Heredia puede dar fe de esto porque parece que donde ella vive todo va bien y el Perú se está transformando de tal manera que es una cosa de locos, y hay que ver ¡qué locos!


Helí Paredes

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